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Mostrando las entradas de abril 8, 2007

Entre los TRES ARROYOS: Vicente P. Cacuri y la Biblioteca

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El salón estaba modestamente amueblado. Junto a una de las paredes, había una pequeña biblioteca con aproximadamente 150 libros; en el centro una mesa de lectura sobre la cual estaban depositados los diarios del pueblo y de la capital federal, además de folletos y otros papeles, todos bien ordenados para su lectura, completando el mobiliario cuatro o cinco sillas y dos largos bancos. Sentado a la mesa frente a frente, dos jóvenes conversaban animadamente. Uno de ellos era Vicente P. Cacuri y el otro Alberto Cervini y el tema que ocupaba a ambos aquella noche de fines de 1904 era el de buscar recursos para crear una biblioteca. - Hace cerca de un año que hemos fundado la Unión Dependientes de Comercio y creo que ha llegado el momento de instalar aquí una biblioteca- dijo Vicente P. Cacuri, mientras observaba los 150 volúmenes que descansaban en los anaqueles. - Es cierto –respondió Alberto Cervini -. Hemos visto que a los socios les gusta la lectura y esta pequeña cantidad de libros no

Alguien lo dijo...

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Pegarle a un maestro: Lo sabe un chico de cuatro años, de salita celeste, que ni siquiera sabe hablar correctamente. Lo sabe un chico de seis años, que ni siquiera sabe escribir. Lo sabe un chico de doce años, que desconoce todas las materias que le deparará el secundario. Lo sabe un adolescente de diecisiete años, aunque sea la edad de las confusiones, la edad en la que nada se sabe con certeza. Lo saben sus padres. Lo saben sus abuelos. Lo sabe el tutor o encargado. Lo saben los que no tienen estudios completos. Lo sabe el repetidor. Lo sabe el de mala conducta. Lo sabe el que falta siempre. Lo sabe el rateado. Lo sabe el bochado. Lo sabe hasta un analfabeto. No se le pega a un maestro. No se le puede pegar a un maestro. A los maestros no se les pega. Lo sabe un chico de cuatro años, de seis, de doce, de diecisiete, lo saben los repetidores, los de mala conducta, los analfabetos, los bochados, sus padres, sus abuelos, cualquiera lo sabe, pero no lo saben algunos gobernadores. Son uno