Guerra y Literatura: Una mirada

DE MUSAS Y ESCARAMUZAS

Sin duda, hay un viejo matrimonio entre laguerra y la literatura. Los grandes cantos de fundación de los pueblos -cuyo máximo exponente es "La Ilíada"- son epopeyas guerreras. Sin embargo, durante la modernidad asistimos a una progresiva ruptura que encontrará su momento más alto en la literatura pacifista del siglo XX.

Ya en "Guerra y paz", la visión de la guerra es distinta. No los sones épicos, los cantos marciales, la euforia triunfal. En esa extraordinaria pintura de las grandes batallas en que logra manejar movimientos de millones de hombres, Tolstoy muestra como las pulsiones rompen la rigidez de las estructuras militares y de sus estrategias de guerra. En ese monstruoso y gigantesco escenario de la muerte que es la guerra, la vida termina imponiéndose. "Guerra y paz" conjuga además las grandes panorámicas de la guerra con las múltiples vidas íntimas de los protagonistas. Pasaje de la epopeya a la novela, de la historia a la intimidad de los individuos, la novela de Tolstoy enfrentatambién el irreductible conflicto entre la historia y la intimidad, el poder y el individuo.

Esa transición literaria de "Guerra y paz" corresponde a la época: la invasión napoleónica marcó el desplazamiento de las revoluciones y la guerra de los pueblos a las guerras de los Estados y de los Ejércitos. El héroe homérico, el Cid o el sansculotte revolucionario fueron sustituidos por la maquinaria militar y los soldados como engranajes ciegos de la misma.


LITERATURA ANTIBELICA


La primera guerra mundial -gigantesca masacre de hombres- produjo una poderosa literatura antibélica. "Sin novedad en el frente" de Erich María Remarque y ciertas novelas de Henry Barbusse fueron alegatos frontales que mostraron en toda su brutalidad, la podredumbre de las relaciones humanas y de la vida que la guerra provocaba en el conjunto de la sociedad civil. A la vez, Celine creó una literatura en la cual la defensa frenética de una libertad individual sin fronteras llega incluso a la exaltación de la deserción. En esa literatura, la patria, el Estado, la familia son categorías muertas y solo existe el individuo en la plenitud de su aislamiento y soledad. Para muchos escritores, las dos grandes guerras marcaron el fin de la razón occidental. En Henry Miller y muchos otros escritores de la época, en cambio, la oposición entre Eros y Tanatos se expresó en la oposición entre erotismo y guerra. Además, el canto gozoso del individuo y su libertad total encontró sus figuras cimeras en el vagabundo y el apátrida.

El antibelicismo de la literatura moderna se funda en la lógicade sus formas literarias: la muerte de la épica y la vitalidad de la novela y la poesía lírica. En muchas novelas como en la de Hemingway, que no cuestiona directamente la guerra, se construyeun doble plano y sobre el telón de fondo de las terribles batallas se desarrollan los grandes temas de la literatura: el amor, el desamor, la soledad, la angustia, la autodestrucción. El drama surge cuando el poder y la guerra invaden y destruyen la intimidad.


LA GUERRA FESTIVA


América Latina nunca logró construir una literatura moderna. La extrema tensión entre la forma novela y un mundo en que los trozos de modernidad coexisten con épocas históricas premodernos-cuyas formas literarias son la épica, el relato mágico, el ritual, la leyenda- se expresó también en la temática de la guerra. De hecho, no existe una visión moderna de la guerra que postule la profunda contradicción entre la libertad y la intimidad individuales y las grandes abstracciones históricas. Cierta épica, en el caso de la revolución mexicana. Y una visión que se inserta en un discurso mítico -"Cien años de soledad-. Mas, esa visión épica o mítica se encuentra atravesada por un imaginario social en el cual se difuminan las diferencias entre mitos e historia, tiempo cíclico y tiempo lineal y acontecimiento. En el imaginario literario latinoamericano la guerra no estrágica, ni siquiera dramática. Es festiva, tal como la muerte en la conciencia mexicana. No inscribe a los hombres en la esfera pública o en una historia abstracta y separada. Es vivida como parte de la vida cotidiana. En América Latina, se imbrican, coexisten y contraponen la intimidad y lo público, cuyas diferencias y límites nunca acabande formarse. Esa extraña relación entre la guerra como cotidianidad y mito, magia y epopeya ha producido una literatura sui generis en su verosimilitud: cuando el Padre Antonio, en"Cien años de soledad", levita para detener inútilmente la guerra interminable entre liberales y conservadores, el asombro proviene no de que el Padre Antonio levite sino de que los combatientes no detengan la guerra para verlo. La guerra es lo rutinario, la magia lo excepcional.


En tiempos que ya sabemos inacabables, la guerra es una constante que, aunque no se manifieste en el mapa mundial completo, los focos tienen las mismas consecuencias: muerte, enfermedad, genocidio, abandono, olvido, hambre, destrucción... Lo que todos lamentablemente conocemos, y por lo que podemos actuar desde nuestro lugar en ONG, por medio de Internet, en organizaciones de diversos tipos en favor de la paz mundial. Por éstos días asistimos -entre otros- a los terribles acontecimientos de la Franja de Gaza, nada nuevo y mucho por destruir. Ya vimos Kosovo, Ruanda, Chechenia, Irak, y tanto tanto más, sin mencionar las masacres en Latinoamérica... Todo en la Segunda mitad del siglo XX, con el supuesto fin de la Guerra Fría. Mitos... Diferentes razones, diferentes actores, un mismo desenlace, una única víctima: el hombre.


Nos parece oportuno dedicar un espacio en nuestro sitio al tema y su relación con la literatura, ofreciéndoles no solo el material bibliográfico, sino también cinematográfico.
La memoria, el conocer la historia ayuda a repensar nuestras acciones y construir.


Para terminar, una nota de humor que nos hace pensar




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