El cine como transmisor de la historia argentina: Una mirada


En la elección de las películas en sí el peso está puesto en lo que nos cuentan, en una mirada original, o en la representación de un sistema de ideas y de mitos.

La historia argentina que el cine nos contó se esboza en el libro “Un país de película”, de Marcela López y Alejandra Rodríguez, un itinerario poblado de personajes emblemáticos, con un trasfondo social, económico y político que muestra en imágenes la resignificación del pasado hecha desde el celuloide.

“Alejandra y yo trabajamos desde hace tiempo en este cruce de la historia y el cine. Hemos trabajado en capacitación docente, tratando de utilizar el cine como un recurso didáctico y de pensarlo como un objeto a analizar, quisimos ver cómo construye su versión del pasado”, dice López. Las autoras abordaron distintos períodos históricos “para ver de qué modo el cine había tratado de revisar ese pasado y crear su propia representación. Así es como enhebramos distintas películas, sin tratar de hacer un recorrido exhaustivo”. A veces aparecieron las películas y después la periodización, “decidimos contar los años ‘60 -ejemplifica- desde un lugar no muy transitado y ahí definimos que una de las cuestiones fundamentales del modelo entonces se jugaba dentro de las fábricas”. Mirada original“El tema de San Martín era insoslayable. Hay filmes que discuten las versiones ‘oficiales’de la historia”, explica López.“En su contexto y en las condiciones de producción que se rodó, ‘La Patagonia Rebelde’(1974), de Héctor Olivera, terminó siendo un agente de la historia porque sacó a la luz un tema tapado enla historiografía -indica-. La investigación de Osvaldo Bayer que da origen a la película pone en el centro la masacre de la Patagonia, y pasa a ser un tema delos manuales escolares”. López recalca: “Las ideas condensadas en un filme están puestas en las formas, en las elecciones estéticas y narrativas, en la construcción de la dramaturgia de la película. Ahí aparece todo sin necesidad de saber las marcas del director. Una manera menos ingenua y más crítica de entrar en la versión histórica”.Otro aspecto, advierte, “es jugar con la contraposición de versiones. En las dos películas que elegimos sobre Facundo Quiroga, la de Nicolás Sarquís elige mostrar al caudillo, mientras que Hugo del Carril en “Yo maté a Facundo”(1974) prioriza la imagen del matador. Entra de forma tangencial a la masacrede Barranca Yaco, desde un gaucho matrero al que le encomiendan el crimen”. “En ‘Facundo. La sombra del tigre’(1992) Sarquís deja entrever a un caudillo que ha devenido en político y hay una idea de humanización: camino a la muerte repasa su vida”, acota.

Pueblos originarios

La investigadora alude también a la filmografía de Rosas: “El Rosas de María Luisa Bemberg a través del romance de ‘Camila’y el cura Gutiérrez me parece una excusa para narrar algo mucho más cercano: el terrorismo de Estado”. Un capítulo del libro recién publicado por la editorial Del Nuevo Extremo refiere a los pueblos originarios: “Pareciera que no existió otra forma de representarlos que no fuera la barbarie.Igualmente marcamos ahí una película interesantísima ‘El último malón’(1918), sobre la sublevación del pueblo mocoví”. “Una empresa faraónica si tenemosen cuenta que fue filmada en el interior,en Santa Fe, hecha por un hombre que venía de la política (Alcides Greca), con una mirada curiosa y la menos estigmatizante de ese ‘otro’diferente”, observa López. Sobre Eva Perón, las autoras eligen una serie películas, sin obviar los tres documentales -”¡Eva Perón inmortal!”,“Y la Argentina detuvo su corazón”(1952) y “Su obra de amor” (1953)- producidos por la Subsecretaría de Informaciones, que se convirtieron en fuentes ineludibles de la filmografía posterior. “La película de Tristán Bauer ‘Evita,la tumba sin paz’(1997) puede ponerse en paralelo con el libro ‘Santa Evita’ de Tomás Eloy Martínez, porque es casi el mismo recorrido de vejámenes. Y hubo que esperar -resalta- para que alguien escribiera una ficción sobre Eva como la de Juan Carlos Desanzo en 1996”.

Solanas y Gleyzer

Las autoras desmenuzan dos películas fundamentales de la época: “Los hijos de Fierro” (1975), de Fernando Solanas y “Los traidores” (1973), de Raymundo Gleyzer. “El tema de la fábrica nos pareció un escenario interesante, uno de los lugares donde se había jugado la resistencia peronista en esos años, fue el único bastión que quedó articulado luego del golpe del ‘55 y la proscripción del peronismo”, destaca López. Estas películas se relacionan con movimientos cinematográficos -Cine Liberación y Cine de Base- “en los que el cine fue pensado como una herramienta de construcción política”, explicita. Acerca del proceso de la dictadura militar, desliza, “hay mucha bibliografía sobre el terrorismo de Estado y nosotras elegimos una de las causas de ese terrorismo como lo fue la instauración de un modelo económico -precisa- con el análisis de ‘Plata Dulce’(1982), de Fernando Ayala, entre otros filmes”. En el último tramo “aparece el llamado documental de la subjetividad (“Papá Iván”, de María Inés Roqué o “M”, deNicolás Prividera), donde hijos de desaparecidos aparecen sufriendo las consecuencias de la dictadura y empiezan a preguntar por la identidad de sus padres y por su propia identidad”. “Son películas muy incómodas, que echan a rodar otro tipo de preguntas y que no están dirigidas al gran público”, remata López

PEDILO EN LA CACURI!!!

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