DIA DE LAS BIBLIOTECAS POPULARES: Decreto 1932/90
VISTO que el día 23 de septiembre de 1870 se sancionó la Ley Nacional Nº 419 que dio origen a la constitución de la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares con el objeto de fomentar la creación de bibliotecas populares y protegerlas, y CONSIDERANDO:Que la historia de las bibliotecas populares no sólo está ligada a la obra total de la Cultura, sino también al de la vida política de la Nación y esencialmente a la de la lucha por la libertad de pensamiento.
Que el origen de la Biblioteca Popular está unida a los sentimientos de la gran masa del pueblo, porque ellas nacieron y florecieron por la voluntad del pueblo argentino que a través de suscripciones del dinero común la convirtió en una institución democrática, manejada por el pueblo y para el pueblo.Que es una fecha significativa para las Bibliotecas Populares, sus dirigentes y bibliotecarios. Que dicha fecha merece un justiciero homenaje de reconocimiento.
Por ello, El Presidente de la Nación Argentina DECRETA:
Art. 1 - Fíjase el día 23 de septiembre para conmemorar el DÍA DE LAS BIBLIOTECAS POPULARES.
Art. 2 - Comuníquese, publíquese, dése a la Dirección Nacional del Registro Oficial y archívese.
DECRETO Nº 1.932
Firman: Dr. Carlos Saúl Menem, Presidente de la Nación. - Antonio Francisco Salonia, Ministro de Educación y Justicia.
La biblioteca
(Roberto Juarroz)
El aire es allí diferente.
Está erizado todo por una corriente
que no viene del este o aquel texto,
sino que los enlaza a todos
como un círculo mágico.
El silencio es allí diferente.
Todo el amor reunido, todo el miedo reunido,
todo el pensar reunido, casi toda la muerte,
casi toda la vida y además todo el sueño
que pudo despejarse del árbol de la noche.
Y el sonido es allí diferente.
Hay que aprender a oírlo
como se oye una música si ningún instrumento,
algo que se desliza entre las hojas,
las imágenes, la escritura y el blanco.
Pero más allá de la memoria y los signos que la imitan,
más allá de los fantasmas y los Ángeles que copian la memoria
y desdibujan los contornos del tiempo,
que además carece de dibujo,
la biblioteca es el lugar que espera.
Tal vez sea la espera de todos los hombres,
porque también los hombres son allí diferentes.
O tal vez sea la espera de que todo lo escrito
vuelva nuevamente a escribirse,
pero de alguna otra forma, en algún otro mundo,
por alguien parecido a los hombres,
cuando los hombres ya no existan.
O tal vez sea tan solo la espera
de que todos los libros se abran de repente,
como una metafísica consigna,
para que se haga de golpe la suma de toda la lectura,
ese encuentro mayor que quizá salve al hombre.
Pero, sobre todo, la biblioteca es una espera
que va más allá de letra,
más allá del abismo.
La espera concentrada de acabar con la espera,
de ser más que la espera,
de ser más que los libros,
de ser más que la muerte.
Ilustración: Mary GrandPré
(Roberto Juarroz)
El aire es allí diferente.
Está erizado todo por una corriente
que no viene del este o aquel texto,
sino que los enlaza a todos
como un círculo mágico.
El silencio es allí diferente.
Todo el amor reunido, todo el miedo reunido,
todo el pensar reunido, casi toda la muerte,
casi toda la vida y además todo el sueño
que pudo despejarse del árbol de la noche.
Y el sonido es allí diferente.
Hay que aprender a oírlo
como se oye una música si ningún instrumento,
algo que se desliza entre las hojas,
las imágenes, la escritura y el blanco.
Pero más allá de la memoria y los signos que la imitan,
más allá de los fantasmas y los Ángeles que copian la memoria
y desdibujan los contornos del tiempo,
que además carece de dibujo,
la biblioteca es el lugar que espera.
Tal vez sea la espera de todos los hombres,
porque también los hombres son allí diferentes.
O tal vez sea la espera de que todo lo escrito
vuelva nuevamente a escribirse,
pero de alguna otra forma, en algún otro mundo,
por alguien parecido a los hombres,
cuando los hombres ya no existan.
O tal vez sea tan solo la espera
de que todos los libros se abran de repente,
como una metafísica consigna,
para que se haga de golpe la suma de toda la lectura,
ese encuentro mayor que quizá salve al hombre.
Pero, sobre todo, la biblioteca es una espera
que va más allá de letra,
más allá del abismo.
La espera concentrada de acabar con la espera,
de ser más que la espera,
de ser más que los libros,
de ser más que la muerte.
Ilustración: Mary GrandPré
Roberto Juarroz nació en Coronel Dorrego, Provincia de Buenos Aires (Argentina), el 5 de octubre de 1925, y murió en Temperley, provincia de la capital argentina, el 31 de marzo de 1995. Graduado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, recibió de esa misma institución una beca y realizó estudios de perfeccionamiento en La Sorbona, en donde alcanzó más tarde el cargo de profesor titular. Fue director del Departamento de Bibliotecología y Documentación de la mencionada facultad, en donde ejerció la docencia durante treinta años. Asimismo se desempeñó como bibliotecólogo para la UNESCO y la OEA en diversos países. De 1958 a 1965 dirigió la revista Poesía = Poesía y colaboró en numerosas publicaciones argentinas y extranjeras. Fue crítico bibliográfico del diario La Gaceta (Tucumán, 1958-1963), crítico cinematográfico de la revista Esto Es (Buenos Aires, 1956-1958) y traductor de varios libros.
En 1980 fue invitado a París para la presentación de la más importante versión francesa de su poesía, editada por Fayard. Participó en una larga serie de congresos internacionales de escritores. Desde junio de 1984 fue miembro de número de la Academia Argentina de Letras.
Recibió, entre otras distinciones, el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía (1984), el premio Esteban Echeverría que concede anualmente la Asociación Gente de Letras de Buenos Aires por la totalidad de una obra (1984), el premio Jean Malrieu de Marsella (1992) y el premio de la Bienal Internacional de Poesía (Lieja, Bélgica, 1992). Su obra ha merecido abundantes estudios críticos y ha sido vertida a una gran cantidad de lenguas.
Sitio Oficial: Roberto Juarroz
En 1980 fue invitado a París para la presentación de la más importante versión francesa de su poesía, editada por Fayard. Participó en una larga serie de congresos internacionales de escritores. Desde junio de 1984 fue miembro de número de la Academia Argentina de Letras.
Recibió, entre otras distinciones, el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía (1984), el premio Esteban Echeverría que concede anualmente la Asociación Gente de Letras de Buenos Aires por la totalidad de una obra (1984), el premio Jean Malrieu de Marsella (1992) y el premio de la Bienal Internacional de Poesía (Lieja, Bélgica, 1992). Su obra ha merecido abundantes estudios críticos y ha sido vertida a una gran cantidad de lenguas.
Sitio Oficial: Roberto Juarroz
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