¿Y COMO SIGUE?

... "Busqué la llave, pero no estaba en la cerradura ni en ninguna parte. Lo único que hallé fue un montón de monedas de oro en un rincón, monedas de todos los países: romanas, inglesas, austríacas, húngaras, griegas y turcas, todas cubiertas con una capa fina de polvo, como si hubieran permanecido mucho tiempo allí en el suelo. Ninguna de ellas tenía menos de trescientos años. Había también cadenas, adornos y joyas, todo muy viejo y manchado.
En un rincón de la habitación había una puerta pesada. Traté de abrirla ya que, como no había encontrado la llave de la habitación ni de la puerta exterior, que eran mis principales objetivos, era imprescindible seguir buscando o todos mis esfuerzos habrían sido en vano. Pero la puerta estaba abierta y, a través de un pasadizo de piedra, comunicaba la habitación con una escalera de caracol muy empinada.
Bajé con mucho cuidado porque estaba muy oscuro, sólo iluminado por unas troneras abiertas en el sólido muro exterior. En la parte inferior había otro pasadizo en forma de túnel, inundado por un olor nauseabundo, como de muerte: el olor de la tierra vieja recién removida. A medida que avanzaba, el olor se hacía cada vez más espeso y punzante. Por fin, abrí de un tirón una puerta que estaba entornada y me encontré en una capilla en ruinas que evidentemente se había utilizado como cementerio. El techo estaba deteriorado y había dos escalinatas que conducían a las criptas. Pero el suelo había sido excavado recientemente y la tierra había sido colocada en grandes cajones de madera, los cajones que habían traído los eslovacos.
No había nadie allí, e investigué el suelo palmo a palmo en busca de alguna otra salida. Incluso bajé a las criptas, a las que llegaba apenas una vaga claridad, a pesar de que toda esta situacíón me aterrorizaba. En las dos primeras criptas no vi otra cosa que restos de ataúdes viejos y montones de polvo. En la tercera, sin embargo, hice un descubrimiento."....

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Diccionario del habla de los argentinos

Entre los TRES ARROYOS: El Parque Cabañas

"Salvo el crepúsculo" (Julio Cortázar)