Recomendación del mes: Reynaldo Sietecase y "Pendejos"

Una multiplicidad de voces que juegan a narrar el horror de la violencia y la desintegración familiar se entrecruzan en "Pendejos", colección de relatos de Reinaldo Sietecase, periodista y escritor que asigna al género policial la habilidad de revelar los claroscuros de la sociedad. Hay una literatura que ofrece al lector la posibilidad de replicarse en universos paralelos y distantes, pero también hay otra -más hostil pero no menos inquietante- que por el contrario lo invita (o lo obliga) a penetrar en los pliegues más crueles de su geografía doméstica. Sobre los márgenes de esta segunda variante irrumpe la escritura de "Pendejos", una colección de diez relatos que retoman ese momento preciso en que un niño es empujado a dejar de serlo, para convertirse en un artefacto violento que busca al mismo tiempo defenderse y vengarse de una historia plagada de rechazos e injusticias. "Decidí contar diez crímenes reales, pero sólo a partir de la información mínima con que contaba en ese momento, en muchos casos, apenas un recorte periodístico -aseguró Sietecase a Télam-. No hice entrevistas ni consulté expedientes, porque el gran desafío era escribir cada relato de manera diferente". Un hermano gemelo que decide matar a su familia viciada de hipocresía; un chico que se apodera de la pistola de su padre para "ajusticiarlo" en el momento en que abusa de su hermana; un adolescente que planea convertir a su barrio en un coto de caza; una chica que decide matar a sus padres tras la desaprobación que genera su inesperada elección sexual. Casi todos los protagonistas de "Pendejos", recién editado por el sello Alfaguara, funcionan como víctimas y victimarios al mismo tiempo, y en muchos casos la violencia irrumpe como corolario de un proceso de desintegración familiar. "Sí, la mayoría de mis personajes son víctimas y victimarios a la vez -opinó-. Para que un chico mate quiere decir que todo falló: la sociedad, la familia, la escuela. Un chico con un arma es la contradicción de la infancia. Y un niño que mata es alguien que deja de ser niño en ese momento". "Los que comenten delitos en algunos casos son marginales y, en otros, chicos de clase media. Todos tienen el lenguaje común de la violencia y hablan con sus crímenes de olvido, de humillación, de abusos, de rabia... La sociedad no sabe qué hacer con ellos y los encarcela sin respetar sus derechos, o los mata, gracias al gatillo fácil", destacó. La flamante obra de Sietecase está en línea con aquella formulación de Jorge Luis Borges según la cual verdad y ficción no son opuestos y cuando se opta por la ficción no se lo hace con el propósito de tergiversar la verdad: en el caso de "Pendejos", los referentes reales aparecen sesgados, pero no sus acciones. "Muchas veces la ficción logra restañar agujeros de la realidad -señaló el escritor-. ¿Por qué no usar un recurso del periodismo con juego hacia la literatura? El compromiso del periodismo es con la verdad, mientras que el compromiso de los lectores es con la imaginación, la estética, la belleza. Además de periodista y escritor, Sietecase es poeta y tiene seis libros publicados sobre el género -entre ellos "Cierta curiosidad por las tetas" y "Fiesta rara"-, una afición que no parece sustraerle tiempo ni espacio a su fascinación por la literatura policial. "Creo que el policial funciona como un juego de cajas chinas, ya que del relato central se desprenden un montón de niveles de lectura que permiten entender cómo funciona la justicia, qué pasa con la policía, cómo se mueve el poder, qué rol ocupan los marginales", apuntó Sietecase. "Me gusta el género desde que soy adolescente, quizá porque tiene mucho que ver con el periodismo -indicó-. Los crímenes definen cómo funciona una sociedad, ya sea desde el policial negro norteamericano, la novela de misterio inglesa o el nuevo policial europeo. Uno lee a Henning Mankell, por ejemplo, y entiende un montón de cosas de la sociedad sueca". "En el policial argentino también se ven muchas cosas: no tiene detectives, algo que es una rareza dentro del género. El hecho de que no esté determinado claramente quién es el bueno, marca una ambiguedad fántastica. El otro rasgo distintivo es que está atravesado por la política", analizó el periodista. Y si cada sociedad puede definirse por los crímenes que se cometen bajo su estructura, el asesinato en la Argentina tiene significantes muy definidos: "La tradición del policial, la violencia narrada, es muy fuerte en este país. De hecho, atraviesa sus dos siglos de existencia", remarcó Sietecase. "En mi novela anterior, ’Un crimen argentino’, cuento el caso real de un empresario que en tiempos de la dictadura fue asesinado y disuelto en ácido sulfúrico. Creo que esa manera de matar tiene mucho que ver con la Argentina, del mismo modo que los asesinos seriales son un producto típicamente norteamericana", precisó. "Del mismo modo, creo que hay una manera de matar ’argentina’ que tiene que ver con la desaparición de los cuerpos. Tomenos el caso del hasta ahora desaparecido Julio López, de los obreros fusilados en la Patagonia, de los crímenes cometidos por la dictadura... Creo que esas cosas nos marcan y definen a Argentina como una sociedad violenta", concluyó Sietecase.

Julieta Grosso. Fuente

Títulos mas que graficos de sus cuentos:
  • Bella luz de la noche
  • Las cosas por su nombre
  • Diario del cazador
  • Los ángeles bailan cumbia
  • Pelusa duerme en el sillón
  • Esta boca es mía
  • El precio del amor
  • El próximo hijo de puta
  • Lo maté sin querer
  • ¿Acaso no matan los cerdos?

Certero y fulminante como un disparo, como una escupida en el rostro de la sociedad. Baja de una bofetada la hipocresía de los "ciegos". Bien escrito, ágil y realismo extremo. Pedilo en la Cacuri!

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