Las preguntas de Darwin


"... ¿Por qué el mamut estaba cubierto de espeso pelaje? ¿No habrá sido el mamut un elefante que se abrigó cuando empezaba la era del hielo?

¿Por qué es tan largo el pescuezo de la jiraba? ¿No será porque a lo largo del tiempo se ha ido estirando para alcanzar los frutos más altos en las copas de los árboles?

Los conejos que corren en la nieve, ¿fueron siempre blancos o se fueron blanqueando para engañar a los zorros?

¿Por qué el pájaro pinzón tiene picos diferentes, según el lugar donde vive? ¿No será que esos picos se fueron adaptando al ambiente, a lo largo del proceso evolutivo, para cascar frutos, atrapar larvas o succionar néctar?

El larguísimo pistilo de esa orquídea, ¿no indica que andan volando, en las cercanías, mariposas cuya larguísima lengua mide tanto como ese pistilo que las espera?

Quizá fueron mil y una preguntas como éstas las que se fueron convirtiendo, al paso de los años y de las dudas y de las contradicciones, en las páginas del explosivo libro sobre el origen de las especies y la evolución de la vida en el mundo.


Blasfema idea, insoportable lección de humildad: Darwin reveló que Dios no inventó el mundo en una semana, ni nos modeló a su imagen y semejanza.


La pésima noticia no fue bien recibida. ¿Quién se creía que era este señor, para corregir la Biblia?


El obispo de Oxford preguntaba a los lectores de Darwin:


- ¿Usted desciende del mono por su abuelo o por su abuela?..."




(en "Espejos" de Eduardo Galeano)


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