Los pasos de Borges en Tres Arroyos (nota 2)

A continuación, transcribimos la segunda parte de la nota escrita por la prof. Stella Maris Gil en el periódico local La Voz del Pueblo del domingo 4 de abril de 1999.




En aquel 1976, tan fatídico, al día siguiente de los brindis del primero de año, arribó a nuestra ciudad, por segunda vez, Jorge Luis Borges.
El estaba en una época de contraste, entre brillo y dolor. El año anterior, tras dramática agonía, había muerto su madre a los 90 años. Todos sabemos el estrecho vínculo que existió entre ambos. La gloria, una más, la vivió en 1979 cuando le otorgaron el Premio Cervantes (máxima distinción de la lengua española).

¿COMO FUE?
Todo es imbrincado, hasta en una visita, sobretodo si se trata de Borges. 
Por qué ¿dónde está el comienzo?
¿En el entusiasmo de un grupo de jóvenes por satisfacer sus inquietudes literarias?
¿En la motivación provocada por una profesora de literatura que introdujo a sus alumnos en el universo borgeano?
¿En la necesidad de cubrir espacios dejados por instituciones que aportaron jornadas inolvidables a la cultura local, entre ellas la primera visita de Borges?
Es un universo complicado y es difícil encontrar la punta del ovillo.

LA VUELTA
Borges volvió, invitado por ALTA (Agrupacioón literaria de tres Arroyos) creada a fines de 1975.
Dice Nora Giménez, que "en determinado momento vimos anuncio de una charla que iba a dar en Pringles... y ahí nos entusiasmamos, porque dijimos: si otros lo hacen ¿por qué no nosotros?"
Por otro lado, un antiguo joven relata que tenían una profesora en el Colegio Nacional a Yolanda Ferrario, en la asignatura de Literatura Argentina y que "nos daba, para trabajar el poema La vuelta del cual, el poeta tuvo dos versiones. Cuando visitó Pringles lo fuimos a ver con una amiga y le hicimos una entrevista para preguntarle porqué le había hecho esos cambios".
Cuenta que se brindó a ellos con su característica afabilidad.
En sus citas de Pascal, Borges recuerda que "los ríos son caminos que andan". En nuestro caso, esos caminos confluyeron y juntos en el "peugeot 404 verdoso de Jorge Mazzola" viajaron a Pringles y lo invitaron a visitar Tres Arroyos.

LOS PASOS
El viernes 2 de enero de 1976 LA VOZ DEL PUEBLO publica "Jorge Luis Borges, tal vez la personalidad más saliente de las letras contemporáneas, disertará hoy en nuestra ciudad... lo hará sobre otro grande de la literatura nacional: Leopoldo Lugones".
El punto de reunión fue la Biblioteca Sarmiento a las 21 horas.
Los entretelones de la visita son bien conocidos por sus protagonistas. La búsqueda de apoyos tuvo buenos resultados y Berthel Skou facilitó el viaje de ida y vuelta en avión; Pequeño, la publicidad; el negro Pourreuix prestó el auto y Pepe Carrera colaboró como siempre. 
Quedaron imágenes.
José Luis Carrera, en su "fitito" azul yendo del aeródromo Petrazzini al aeroclub, para poder ver a su admirado escritor cuanto antes.
El encuentro en la habitación del Parque Hotel: el invitado recostado en la cama, charlando, transmitiendo sus conocimientos a cada instante para gozo de sus anfitriones. José L. Carrera recuerda: "-... de cada cosa hacía una conversación".
Las dificultades de visión hacía que necesitara de los demás para desplazarse.
Luego vino el almuerzo, con la atención de su postre preferido: el arroz con leche. Uno de los asistentes a la comida dice que "él estaba muy interesado en todas las lenguas nórdicas y cuando supo que aquí había una colectividad danesa, empezó a explayarse sobre todas las lenguas y sus conexiones. Era un erudito que te atrapaba, con ese ritmo tranquilo que tenía. Nos dio una clase de lingüística".

LOS CAMBIOS
Borges viajó esta vez con María Kodama, que a la sazón oficiaba de secretaria. Esta, el día anterior, había sufrido un accidente automovilístico con su madre. En su rostro se notaba el golpe. Por tanto hubo que cambiar la hora de la conferencia y trasladarla a las 15 hs., para que ppudieran regresar a la capital federal cuanto antes.
A pesar de la hora, del verano y de la época vacacional, la gente asistió a escuchar al maestro.
La crónica dice que "...incició su disertación -que duró 40 minutos- destacando que hablar de Leopoldo Lugones, implicaba para él la necesidad de defenderlo, puesto que, aún reconociendo que había sido una de las más destacadas figuras de la literatura nacional, muchos eran quienes lo atacaban en nuestros días."
Los testigos de sus dos estadías dicen que por momentos se alejaba un poco del micrófono y miraba hacia arriba, como buscando hurgar en sus recuerdos los aspectos más salientes de los escritores analizados, escritores bien argentinos, amados por él.
"No creo que pueda haber una puesta del sol -expresó- sin recordar estos versos suyos: "...y muere como un tigre, sol eterno...". Sólo lo atacábamos para defendernos de él", reiteró.

FINAL
Aquí no están los laberintos, los espejos, los tigres... Están los recuerdos de una visita que movilizó a sus admiradores y prestigió a la ciudad.
Borges retornó a Buenos Aires, alrededor de las 17 hs.
Sólo había estado 4 horas y media. Fue un regalo inolvidable.

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