Cómo actuar con los libros ante el riesgo de contagio del COVID-19
La Biblioteca Nacional de España elaboró una serie de recomendaciones para tratar a los libros durante esta época de pandemia. #YoMeQuedoEnCasa
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Las enfermedades pueden transmitirse por vía directa o indirecta. Las de contagio directo se propagan cuando los microorganismos pasan de la persona infectada a la persona sana por contacto directo, es decir cuando los individuos se tocan, mantienen relaciones sexuales o se contaminan con secreciones o heridas de la persona infectada. Es el caso de la hepatitis B, el VIH/SIDA o el herpes genital.
Otras enfermedades no necesitan el contacto directo entre individuo infectado y sano, sino que se transmiten de forma indirecta por la propagación en el aire de partículas microscópicas de saliva o agua producidas por la persona infectada al toser o estornudar. Esas gotas pueden recorrer pequeñas distancias, habitualmente no más de dos metros desde el emisor. También pueden permanecer suspendidas en el aire durante varias horas, como es el caso del sarampión. Sin embargo, la mayoría de estas gotas microscópicas entran en contacto con superficies próximas como un teléfono móvil, un vaso, la barra de un bar o un producto colocado en la estantería de un supermercado. Lógicamente, todos los objetos que rodean a las personas enfermas pueden ser un foco de infección y los virus pasan a los individuos sanos que han tomado contacto con los objetos contaminados y después han tocado con las manos sus ojos, la nariz o la boca. Las enfermedades que se trasmiten por esta vía son, entre otras, la varicela, el resfriado común, la conjuntivitis, el sarampión y el COVID-19. El contacto o picadura con animales que sirven de huésped es otra forma de trasmisión indirecta, pero aquí no nos interesa.
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La permanencia del virus depende de las condiciones ambientales de temperatura, humedad e iluminación. Por ello en el exterior su comportamiento puede ser muy diferente al que se produce en laboratorio. El coronavirus TGEV, en condiciones de laboratorio tiene una estabilidad de 3 a 28 días a 20ºC, pero a 4ºC su permanencia se incrementa a 28 días. A 30ºC, desaparece entre 4 y 96 horas (Kampf, 2020). También es lógico pensar que, en ambientes húmedos, el virus tendría una estabilidad mayor que en condiciones de sequedad. Finalmente, es de sobra conocido el efecto desinfectante de la radiación ultravioleta: la excesiva iluminación natural en días fuertemente soleados contribuye a reducir la carga viral en el ambiente.
Además de la profilaxis, las medidas activas son las más efectivas en la lucha contra COVID-19. La limpieza con desinfectantes es muy efectiva y en ello inciden continuamente las autoridades sanitarias. Lavarse con jabón las manos durante más de 20 segundos es sin duda la mejor medida de protección personal. En cuanto a la limpieza de las superficies contaminadas, las soluciones diluidas de lejía doméstica, con un contenido mínimo en hipoclorito sódico del 0,1%, las que contienen 0,5% de agua oxigenada, las soluciones alcohólicas con un contenido superior al 70% de etanol o de alcohol isopropílico y la mayoría de los desinfectantes domésticos comunes registrados por la EPA deberían ser efectivos contra el coronavirus[3].
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Sin embargo, dado que el virus puede permanecer durante días en el papel y el plástico, es necesario mantener precauciones con los libros que han estado expuestos al virus, especialmente si se trata de material que ha estado en contacto directo con enfermos afectados por COVID-19. Paradójicamente, la desinfección más efectiva sería no hacer nada, esperar y mantener los libros en cuarentena durante, al menos, 14 días. De esta manera prevendríamos de forma segura la transmisión indirecta sobre cualquiera de los materiales con los que están elaborados los libros (papel, cartón, tela o plástico) y no correríamos el riesgo de dañarlos al aplicar productos que tienen efectos químicos y físicos en los documentos.
A pesar de que el COVID-19 lleva entre nosotros apenas unos meses, ya se han publicado diversas recomendaciones sobre cómo actuar en archivos y bibliotecas ante el problema de la transmisión indirecta del virus. Hace sólo unos días, Lara Ewen publicó un excelente resumen sobre el impacto del virus en las bibliotecas en el cual se incide en la importancia de la cuarentena como medida más efectiva de control. El artículo completo está disponible en:
Además, el prestigioso NEDCC ha publicado una hoja informativa, breve y clara, que está disponible en:
Finalmente, Mary Striegel, conservadora científica del National Center for Preservation Technology and Training (NCPTT) publicó la semana pasada un vídeo en el que describe los cuidados básicos de diferentes materiales culturales ante el riesgo de infección por coronavirus. Está disponible en:
CONCLUSIÓN:
Los materiales documentales pueden ser transmisores indirectos de la enfermedad siempre que hayan estado en contacto con personas enfermas. Sin embargo, el virus no puede permanecer efectivo durante largo tiempo y el tratamiento con viricidas de las superficies contaminadas es una medida efectiva para su control, aunque, en la práctica, no es recomendable para los materiales culturales. Afortunadamente, la cuarentena sí es efectiva. El tiempo juega en contra de la estabilidad del virus y, en el caso del papel desaparece, según los estudios publicados, en unos cinco días.
Es recomendable seguir un sencillo protocolo de actuación para la manipulación de los materiales que han estado en contacto con enfermos de COVID-19[4]:
* Lávese las manos con frecuencia con un desinfectante de manos a base de alcohol o, preferiblemente con agua y jabón durante 40 segundos.
* Evite el contacto cercano con las personas enfermas.
* Evite tocarse los ojos, la nariz y la boca con las manos sin lavar.
* Limpie y desinfecte los objetos y las superficies que se tocan frecuentemente como picaportes, bandejas, etc.
* Las mascarillas no sirven para pacientes sanos. Solo deben de ser usadas por pacientes contagiados o por personas que deben atender a los enfermos.
* No recicle los guantes ni las mascarillas.
* No toque la mascarilla con las manos y retírela de forma segura para desecharla después de usarla.
* Los libros que han sido utilizados por personas enfermas deberán ser introducidos en una bolsa de plástico con doble autocierre. Una vez dentro el libro, limpie el exterior de la bolsa con un producto viricida (agua y lejía). Tenga cuidado de que la solución limpiadora no penetre al interior. Una vez limpio, manténgalo en una zona segura durante 14 días.
* Una vez superada su cuarentena, el libro podrá volver a ser consultado sin riesgo.
Finalmente, sólo decir que las bibliotecas públicas y otros establecimientos en los que hay material bibliográfico deberán permanecer también en cuarentena mínima de 14 días. No será necesario esterilizar los documentos, pero sí mantener la higiene apropiada dentro de las recomendaciones de las autoridades sanitarias.
[1] Holbrook Myndi G. et al. (2020) “Aerosol and Surface Stability of SARS-CoV-2 as Compared with SARS-CoV-1”, en The New England Journal of Medicine, disponible en https://www.nejm.org/doi/pdf/10.1056/NEJMc2004973?articleTools=true (acceso 31/03/2020).
[2] Kampf, G. (2020), “Persistence of coronaviruses on inanimate surfaces and their inactivation with biocidal agents”, en Journal of Hospital Infection, disponible en https://www.journalofhospitalinfection.com/article/S0195-6701(20)30046-3/pdf (acceso 31/03/2020).
[3] Un listado actualizado de productos viricidas aprobado por el Ministerio de Sanidad puede encontrarse en https://www.mscbs.gob.es/en/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov-China/documentos/Listado_virucidas.pdf.
[4] Información detallada en https://elpais.com/sociedad/2020/03/13/actualidad/1584102347_992993.html (acceso 31/01/2020)
Fuente: El Blog de la BNE
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